Poco que valemos
“Lo mucho que debemos,/ lo poco que valemos,/
la nada de los hombres!” Son
versos de Gabriel Celaya citados por Álber Vázquez en La meta está en Ítaca que acostumbro a leer como entrenamiento la
semana de la behobia, ya saben, la
popular carrera de veinte kms. que recorre la costa vasca desde Behobia hasta
San Sebastián. Dice su autor: “eres algo que no eres, pero la behobia, implacable, te pone en tu sitio”.
Efectivamente,
implacable, sin tregua, una lucha cada kilómetro hasta cumplir los veinte y atisbar
Zurriola y el boulevard donostiarra, idéntica para todos, iguales en la
determinación de acabar y en soportar las inclemencias del tiempo, un año la
lluvia, otro año el exceso de sol, y con las eternas subidas a los altos de
Arretxe, Gaintxurizketa, Capuchinos, Buenavista, y Miracrúz. Cuando se corre al
lado de tantas miles de personas, más de treinta mil, venidas de los sitios más
recónditos, y ver los rostros de sufrimiento, y la alta edad de muchos, esa
idea de que “te pone en tu sitio” es muy certera, porque, como todo en la vida,
ante el esfuerzo de cada minuto las ínfulas se apagan.
Es
verdad que muchos no miramos el cronómetro, eso se nota enseguida, no hay tal
aspiración a determinada edad, hay un otro
placer difícil de discernir, y existe la presencia de los ausentes de nuestra
vida, algo inefable, que viene a validar nuestra tesis de lo poco que valemos, nuestro tempus
fugit.
También
es verdad que la constatación de que nuestro esfuerzo obtiene alguna
satisfacción, es un detalle, por ejemplo en mi caso igualar el tiempo del año
anterior, lo que me hace confesarme que a pesar de ser un año más viejo, el
tiempo no pasa. A sabiendas de que omnes
vulnerant ultima necat.
“Seguir es lo que cansa y acabar es difícil”,
dice el verso de Celaya, y añade el autor del libro, …pero no te arredres. La behobia es la vida y esta es una lección
que sirve. Si, efectivamente, seguir en la vida es lo que cansa. Además esa
carrera de este domingo, la behobia, con
su dificultad mezclada con el apoyo permanente de las gentes vascas, nos grita
cada kilómetro lo poco que valemos. Y lo mucho que debemos.
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