martes, 17 de octubre de 2017

Neuras


Ha quedado en el argot popular el término neuras como fiel reflejo de un retrato psicológico. De la historia de la psicopatología, donde el término neurosis tenía su raigambre, hasta nuestros días donde para describir algunas de las cosas que nos suceden las nombramos como tal.
La imposibilidad de concluir algunas cosas, las reiteradas intranquilidades en determinadas situaciones, el agobio ante un acontecimiento temido, los circuitos repetitivos para efectuar determinadas acciones, las quejas ante la espera, las comidas de tarro”…en fin toda una serie de fenómenos los conocemos como eso, como neuras que nos han entrado, y que nos acompañan toda la vida, siendo a veces muy intensas e insoportables para el propio sujeto o para sus cercanos.
Y así, ser muy neuras va quedando como fiel expresión de un perfil, el de quien toma muchas precauciones, se muestra incapaz de ceder el control, tiene sus rabietas periódicas, sus enfurruñamientos, y ha de seguir un laberinto muy preciso para encontrar una salida a su propio desvarío. Con todo, lo peor es cuando invaden el pensamiento, y esa rumiación permanente impide la acción, el dormir, el lazo social normal, y nuestro neuras vive en su amor por su cogito, dando y dando vueltas sin más propósito que el de gozar de pensar y repensar sin solución.
Incluido el loco ( algunos para evitar la gran caída se sostienen a duras penas en una cohorte defensiva repleta de repeticiones, manías, costumbres exóticas, extravagancias varias), nadie está libre de vivir un racimo de pequeñas neuras. Incluso pavonearse de no tener ninguna, y vacilar de ser normal, es quizá la neura más sofisticada, muy cara para los delirantes del todo va bien, y el yo soy muy normal.

Con todo y con eso, aún lo peor de lo peor es cuando varios neuras se juntan. Entoncesles da la venada. Y la arman.

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