Dice Albert, un muchacho Asperger,
que al margen de ser autista, es otras muchas cosas. Impresionante: se carga de
un plumazo toda identificación ser/síntoma, o sujeto/enfermedad, y con
ello toda consideración
deficitaria del autismo. No es el primero que contempla su propio ser autista,
en este caso un autismo de alto rendimiento intelectual, protagonista del
documental ‘Otras Voces’,
que se está presentado
en multitud de ciudades. Hoy se estrena en Palencia con su director Iván Ruiz Acero al frente, coautor de No todo sobre el autismo (Gredos,
Madrid, 2013).
La constancia del Alcalde de
Palencia, Alfonso Polanco, en conseguir que nuestra ciudad albergue eventos de
marcado carácter
social, lo que denomina ‘ciudad de
servicios sociales’, merece
reconocerse y más aún en medio de las actuales
dificultades. Tan dados como somos por estos lares a hacernos fuertes en las críticas, convendría para ser creíbles, reconocer los esfuerzos de los
buenos políticos en
las buenas causas. Y además,
Palencia, su Ayuntamiento figura a la cabeza de las administraciones públicas que apoyan la causa del
autismo, y un ejemplo es el apoyo a un documental elogiado por padres y
profesionales que conversan con autistas, y que como consecuencia recibirá los galardones de los certámenes en los que se empieza a
presentar.
La causa del autismo en Europa tiene
especialmente el apoyo francés, cuyos
psiquiatras y psicoanalistas más eminentes
se desesperan explicando lo obvio, es decir, que un autista no es sólo autista, tal y como dice el joven
Albert, y tal y como muchos les hemos escuchado quejarse tantas y tantas veces
por la incomprensión de los
demás; que nadie es autista las 24 horas
del día, como nadie es hiperactivo, anoréxica o ansioso, siempre y en todo
lugar, y que hay aristas, enunciados, huecos donde establecer puntos de diálogo y avances sustanciales en la
cura que no pasan por aprendizajes y evaluaciones, ni por los forzamientos
acostumbrados donde se privilegia la conducta frente a la diferencia, y el
orden frente a la invención singular,
y donde se les encasilla en la posición
objeto antes que reconocer que son sujetos de pleno derecho; en definitiva que
no existen dos autistas iguales, y que hay que luchar por leer e interpretar el
diccionario particular de cada uno de ellos.
Frente al positivista mundo de la
literatura anglosajona, lleno de aburridos y bizarros programas para autistas,
en Francia, Éric Laurent
ha escrito La batalla del autismo.
Que es la batalla por una ciudad que nunca debe de dar la espalda a los más vulnerables. O más diferentes. Tanto que dicen, como
Albert, “no es el
Asperger, yo también tengo mi
carácter”.
Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 3 de octubre de 2013.
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