viernes, 27 de septiembre de 2013

Unas horas con Peridis


Foto de Eva Garrido en Diario Palentino

Ayer presentamos el número 26 de la revista Análisis, revista de Psicoanálisis y Cultura de Castilla y León. Número monográfico dedicado al humor. Y a Peridis, José María Pérez, arquitecto, viñetista de EL PAÍS, polifacético hombre con motor interior, el del entusiasmo.

Y lo hicimos en Casa Junco, en la UVA, Campus de Palencia rodeados de noventa personas (aforo de 99) que constituían un público heterodoxo. Venían de otras provincias, de Valladolid principalmente, había profesores, médicos, estudiantes de psicología, psicoanalistas de la ELP, psiquiatras, enfermeras, vecinos, vecinos ilustrados, público diverso. Vi amigos, muchos amigos, lo que siempre es reconfortante.

Normalmente siento inquietud ante una conferencia y la respuesta que en Palencia puedo encontrar. Ayer mi preocupación y la de mis colegas de la ELP era otra: que acudiera más público que el aforo permitido. Tomamos precauciones como solicitar a la entrada el nombre y así controlar el número. Al final no hubo problema y además pudimos empezar a las 8 en punto, costumbre no española. Y finalizar a las 9 para que Peridis pudiera tomar el ALVIA a Madrid.

Pasé ayer pues, varias horas con Peridis, lo que es tanto como decir, con un personaje muy singular. Lo conocí en 1985, pero lo leo en su diaria viñeta desde 1976, pues soy lector de EL PAÍS desde entonces, bueno soy lector de toda la prensa escrita, sobre todo soy lector de columnas periodísticas, lo que me hace pensar que el hecho de que desde 2003 sea columnista de DIARIO PALENTINO obedece a una lógica implacable. Leer una columna es apostar por la brevedad a lo Gracián. "Leer" la viñeta diaria de Peridis es apostar por el Witz y su fugaz novedad.

Pero hasta ayer no he captado la auténtica dimensión del personaje Peridis.

Él me dedicó hace tiempo uno de sus libros diciendo que yo era para él un amigo de lujo. Es alrevés. Ser amigo de Peridis es un auténtico lujo para cualquiera. Y ayer quienes lo escuchamos en Casa Junco pudimos comprobarlo.

En primer lugar, muy pocos pueden hacer reír como lo consiguió ayer en Casa Junco. Se podrá decir que es fácil para un humorista. Pero lo que es inaudito es que un arquitecto con obra detrás, un dibujante con obra detrás, un exitoso emprendedor de proyectos solidarios y sociales de defensa del Patrimonio, un creador ideólogo e impulsor de la Escuela-Taller, de su idea de apoyo a la juventud, que una persona que podía pasear por Benidorm o por los parques de Madrid o por los senderos de la Montaña Palentina, lo que es inaudito es que alguien así, aún nos dé las lecciones que nos da.
Ayer me mostró por qué un día lo bauticé como 'Peridis, el inventor', y por qué hablar de Peridis es hablar de alguien con un motor dentro, que como dibujara en su día al animalillo político de Ibarretxe, él raka raka raka. No para.

Nos contó su último 'invento'. Las Lanzaderas de proyectos solidarios: equipos de 20 desempleados unidos en la tarea de encontrar un empleo acorde. Ya hay resultados: más del 65% obtiene trabajo a los seis meses de entrar en una Lanzadera. Peridis piensa que en esta época hay que reinventar todo. Estoy totalmente de acuerdo. 

¿Se imaginan un 'Peridis' en cada barrio? Creo que sale uno cada mucho tiempo, o que hay muchos 'Peridis' capaces de revolucionar la apacible vida de la queja, pero no se atreven a salir, a inocular un pequeño delirio, cual recetara Unamuno en su Prólogo a la vida de Don Quijote y Sancho. ¿Por qué no se atreven? Por miedo. Por miedo al fracaso. Si Benet decía que la Constitución debiera ser sencilla, un sólo artículo: 'Todo español tiene derecho al fracaso'. Es relativamente fácil reponerse de un fracaso. Pero es casi imposible para muchos reponerse de un éxito.

Pues bien, Peridis puede presentar una tarjeta intachable de éxitos año tras año, día tras día. Haga lo que haga lo hace con aplauso, con risas alrededor: sean Enciclopedias, sea restaurar Monasterios, sea edificar viviendas o remozar Teatros, sean series de TV, sean Escuelas-Taller, sean viñetas, pregones, Tertulias radiofónicas. O escribir. O presentar revistas de psicoanálisis.

Pero aún así, no para, como si el fracaso, que de seguro tendrá como tenemos todos a diario, no le diera sino motivos para seguir. Ahora está escribiendo una novela histórica ambientada en el siglo XII, con el maestro Mateo y con el románico de fondo. Unan novela que brota de su inconsciente, que le dicta a diario la trama, como la viñeta de cada día, como los animalillos políticos que le hablan.  

Mañana cumple años. ¿Cuántos? Si miramos su DNI nos equivocaremos. La verdadera edad de una persona la sabemos cuando la escuchamos, al menos eso sabemos los psicoanalistas. Pues bien, después de unas horas con 'Peridis', donde he captado aún más la viveza que presumía, no acierto a dar con una cifra de su auténtica edad. Apuesto por una: la edad que tenía cuando doblaba el Bar Esgueva allá por los cincuenta y se aproximaba a los Maristas y se encontraba con los internos al otro lado de la valla esperando la noticia de la victoria de los de Di Stefano.  Los internos no tenían Radio, y la TV no existía. 

Peridis es aún hoy, un joven con un deseo a transmitir a los otros, solidariamente, a los sin-radio de nuestra época.

Seguimos esperando nuestra dosis de Peridis cada mañana. A mí, desde ayer, tras unas horas con Peridis, y tras contemplar a la noche la caricatura genial que me hizo en un minuto mientras permanecía sentado y sin despeinarse en el sillón de mi consulta, me dio la gran lección que me suele dar otro grande, Don Antonio Cruz Fuentes, cada vez que habló con él: es posible ser mejores.











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