jueves, 20 de junio de 2013

Centenario lector





                                               

Acaba de cumplir los cien años. Y sigue leyendo. Don Antonio-Jesús Cruz de Fuentes, nuestro ejemplo de vecino ilustrado, ha cumplido con lo que él mismo denominaba hace ahora un año, una marca deportiva, cumplir los cien.
Rindo homenaje a este palentino del que he escrito en otras columnas resaltando su posición de ‘entre los mejores’ de los palentinos ilustres, y lo hago ahora que acaba de cumplir sus cien años volviendo a leer sus libros. Porque Don Antonio, brillante industrial que aportó a la ciudad su sabiduría empresarial, es también escritor. Ha publicado El sentido de las cosas (2012), Los Trastámaras (1998), Testimonios y Ensayos (1992), Juan de Gante (2011), y confío en que en este 2013 saque a la luz un nuevo libro. De hecho en una carta que me envío el año pasado ya decía : “parece que tengo que hacer uno cada año”.
El caso es que releyendo sus textos, uno siempre encuentra una perla. Y en esta ocasión hay una excelente descripción de la felicidad. En “El tapiz de mi vida”, de su último libro, Don Antonio señala su idea de la felicidad: “No voy a decir que mi juventud fue infeliz, porque mentiría gravemente. Yo tengo la sensación de haber vivido mis años jóvenes muy felizmente. Y aquí vengo otra vez, a defender mi idea de que la felicidad es un estado peculiar de nuestro ánimo que puede desarrollarse incluso cuando pasamos por sucesos ingratos.”
La felicidad como un estado peculiar, entonces, nos enseña Don Antonio Cruz. Un estado peculiar quiere decir que no encaja fácilmente en clasificación alguna, de lo que podemos deducir que la felicidad es un inclasificable. Es mejor verlo así, a mi entender, que pensar la felicidad como un asunto químico, como un factor de la política, o entender que la felicidad pasa por la ñoñería de la armonía social. Pueden guardar sus teclados los sagaces descubridores de la clave de la felicidad y de sus libros de autoayuda, pueden guardarse sus fórmulas los creadores de la píldora de la felicidad, y pueden dejar de buscarla los cerebros del entrenamiento asertivo. Da igual, puesto que como ha dejado escrito Don Antonio cada quien sabe encontrar sus momentos felices en la vida incluso cuando pasamos por sucesos ingratos.
Es una bella forma de decir que no hay que pelear mucho para ser felices, basta con no afanarse en serlo. Sobra con entregar una vida al servicio de los demás. Máxime si es una vida repleta de sabiduría y buen hacer al estilo de nuestro centenario lector. 

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 20 de junio de 2013

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