Hölderlin definió a la poesía como
"la más inocente de las ocupaciones". Ahora que la ciudad ha
despedido a un poeta laureado -y a lo que se ha visto muy querido-, convendría
preguntarse para qué nos hacen falta los poetas. Hoy. Para qué queremos poetas.
Ya nos cargamos el latín, o estamos en ello, en nombre del funcionalismo
americano, del positivismo inglés, del realismo mercantil. En nombre de que
hacen falta enseñar cosas prácticas que sirvan para ganar dinero. Hoy,
entonces, cabría cuestionarse la necesidad de que haya poetas.
Cuando Hölderlin escribía a su madre una
carta, allá por 1799, y hablaba de la poesía como 'la más inocente de todas las
ocupaciones' -se me olvidaba el 'todas'- no hacía sino apuntar a la esencia de
la poesía, al decir de Heidegger. El filósofo no dejó pasar la oportunidad de
anotar también otra genial intuición de Hölderlin, de la misma época, cuando
también define al lenguaje como el más peligroso de los bienes, y añade, «para
que con él cree y destruya». Esos dos enunciados del poeta, irreconciliables,
le harán pensar al filósofo de Friburgo, y le obligarán a explicarnos en un
texto genial en qué consiste la esencia de la poesía: que la existencia humana
es poética en su fundamento.
No nos vendría mal, entonces, un esfuerzo
de poesía. Quiere decirse un vivir menos apegado al objeto y al circo
mercantil.
La poesía de
Hölderlin lo expresa: "Pleno de méritos, pero es poéticamente/ como el
hombre habita esta tierra". Inculcar lecturas de poesía desde muy niños, y
sobre todo, respeto a los poetas y su quehacer, podría y debería ser más
valorado que tener buen ojo para los negocios.
Por mi parte no logro levantar
la cabeza de Gamoneda. Me regalaron su último libro, 'Canción errónea'. Unos
versos le permitirán al lector dilucidar si es inocente o peligrosa la
ocupación poética. "Huyes de ti para alcanzar verdades que no existieron/
[nunca./ Hablas de un ave que atravesó tus sueños. Te engañas: tú,/ [aun no
siendo, eres su única realidad./ «La rosa es bella, ¿y para qué?»/ Así son tus
grandes, tus/ [inútiles preguntas."
¿Inocente? ¿Peligrosa? El lector decide.
1 comentario:
Yo diría que ni inocente ni peligrosa, en el fondo y en la superficie es necesaria, ha de haber de todo tipo de hombres, los que vivan con el verbo y los que hagan de él bandera y pistola, también los que en su relación con el saber, al ser indirecta, necesiten utilizarlo en otros para sus fines, llamémosles a estos económicos, utilitaristas, realistas, etc.
Pero siempre habrá un Abel o un Sócrates o un Cristo que nos permita ser dignos con la palabra sin el peligro mortal del hombre frío.
Un abrazo señor Fernando desde València a su Palencia.
Vicent Adsuara i Rollan
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