jueves, 20 de septiembre de 2012

Dueños de nuestros deseos



Impactado aún por el alegato de 'El Brujo' en su obra de teatro 'Mujeres de Schakespeare', cuando insiste en repetir dramáticamente que "sin amor no soy nada, nada, ¡nada!"...leo el último artículo de Gustavo Martin Garzo publicado este sábado en EL PAIS. Nuestro querido escritor, otrora psicólogo, que por cierto mañana estará en Palencia en Casa Junco, donde presentaremos una Revista, -quedan avisados sus lectores, multitud en nuestra ciudad-, ha vuelto a situar con una frase el epicentro del problema del amor, cuando afirma rotundo que no somos dueños de nuestro deseos.

No sabemos lo que deseamos, desconocemos fervientemente lo que nos mueve, ignoramos lo que causa nuestro deseo con tal docta ignorancia que realmente nunca viene mal preguntarse exactamente eso: qué deseamos.

Ocurre que esta pregunta no podemos responderla con nuestra conciencia, con nuestro yo, no podemos responderla después de algún cursillo o de unos estudios, por muy sesudos que sean, ni en medio de un fervor de masas, siempre muy sugestionables. Ocurre que esa pregunta sólo puede ser respondida en un ejercicio de honestidad que nos divide. Por un lado, lo que deberiamos desear para actuar acordes con la ley que nos rodea, y por otro, lo que en el fondo de verdad deseamos, más allá de las convenciones sociales y de la elegancia cortés y educada que nos hace ser amables y responder así a los requerimientos de nuestros semejantes.

Es a este lugar ignoto, a ese nuestro sujeto del inconsciente a quien debemos dirigirnos como auténtico dueño de nuestros deseos e interrogar su rigor lógico, su sabiduria exacta. Cuestionamiento que no es un camino de rosas.

Decir que no somos dueños de nuestros deseos es tanto como afirmar humildemente que no somos propietarios de nuestro edificio, esto es, de nuestro cuerpo, que responde como responde y cuando le viene a bien responder.

Decir que nos somos dueños de nuestros deseos es reconocer con Schakespeare que "estamos hechos de la misma materia que los sueños", y que por ello no podemos vivir a espaldas de lo que soñamos y desconocer lo que cada noche soñamos, via regia decía Freud, de acceso a nuestro inconsciente. Martín Garzo, fue lúcido en su artículo, 'no somos dueños de nuestros deseos, por eso nos perturban. No es cierto que nuestro cuerpo nos pertenezca, siempre pertenece a otro: a aquel o aquella que lo hace despertar'.

Y Lacan mostró que el deseo es el deseo del Otro. 

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 20 de septiembre de 2012. Columna 'Vecinos Ilustrados'.

No hay comentarios: