viernes, 21 de octubre de 2011

Parejas líquidas

He tratado de imaginar cómo serían las parejas si las aplicamos el concepto de modernidad líquida de Zygmunt Bauman, esto es, las parejas líquidas correspondientes a ese su concepto de amor líquido como corresponde a nuestra modernidad líquida.
En realidad se evaporarían rápido, no estarían basadas en el amor sino en el goce, y apostarían no tanto por la cooperación mutua, en la salud y en la enfermedad, en el universo del 'nosotros dos', sino en el hiperindividualismo, lo que exigiría separación de bienes, separación de camas, separación de amigos. Ellos con sus amigotes, su propia habitación, y su acumulación de objetos -personales-.Ellas con sus amigas, sólo de ellas, su tocador personal y su herencia privativa de ella sola. Cada cual con su auténtica pareja, su goce solitario.
C' est-à-dire, la pareja líquida ya está aquí.
Sigamos con Bauman, el sociólogo polaco: "En el mundo de la modernidad líquida, la solidez de las cosas, como ocurre con la solidez de los vínculos humanos, se interpreta como una amenaza. Cualquier juramento de lealtad, cualquier compromiso a largo plazo -y mucho más un compromiso eterno- auguran un futuro cargado de obligaciones que -inevitablemente- restringiría la libertad de movimiento y reduciría la capacidad de aprovechar las nuevas y todavía desconocidas oportunidades en el momento en que -inevitablemente- se presenten. La perspectiva de cargar con una responsabilidad de por vida se desdeña como algo repulsivo y alarmante". Fin de la cita. Ha sido larga, pero es que no encuentro mejor manera de expresar lo que quiero decir en esta columna acerca de las parejas líquidas.
El lector ya me ha entendido: en medio de este 'humus' están creciendo nuestros jóvenes, nuestros hijos.
La nostalgia de las parejas para toda la vida nos hace pensar en nuestros abuelos. Ellos tenían una consigna: aguantar. Y pasaban tan ricamente por todos los puertos, por el esplendor, por la ausencia de deseo, por los celos, por la felicidad instantánea, por el desapego, por la reconciliación, por el amor, por el desamor, por la amistad, por la disputa, por el odioamoramiento, en fin, recorrían juntos todas las figuras clásicas del matrimonio. Pero hoy, esta lógica de pareja líquida parece extenderse y ya nadie se extraña de que los jóvenes presenten a los adultos a una ristra de parejas, todas efímeras. Parejas cuyo lazo dura lo imprescindible, y donde únicamente un sonoro aviso, una enfermedad, una contingencia cualquiera -que permita despertar del sueño de la adolescencia perpetua-, parece ayudar a estabilizar y dar solidez a una vida de pareja.
Lo sólido va a acabar siendo reconocer dignamente nuestra división subjetiva y escuchar. Escucharse.

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 20 de octubre de 2011.

1 comentario:

Vicent Llémena i Jambet dijo...

Yo no estoy seguro si la generación de mayo del 68 (que por otra parte obtuvo algunos logros) fue la que desencadenó el goce en Occidente o fue la decadencia del discurso capitalista, o todo un poco, como una sucesión de actos debidos al deseo del Otro; lo cierto es que esta fase de la Historia podría llamarse la del goce, yo acuñé una frase, que por otro lado no sé si atribuírmela (y qué más da, sé distinguir valor de precio) pues como en el Quijote de Pierre Menard de Borges, todo es posible pero con límites, el límite de la libertad es la locura, pues bien, la frase dice que el síntoma es la urgencia del deseo debida al desconocimiento del goce, Occidente desconoce a qué tiene que gozar a la vez que sufre de bombardeos ininterrumpidos desde todos los rincones de nuestras ciudades, pueblos y aldeas, y esto se vive y se exporta al matrimonio, al trabajo, a la amistad etc.
Por último espero de todo corazón sin llegar a encuadrarme en el Tea Party ni sacar las esvásticas a la calle, que hemos de parar la velocidad de la máquina, al menos la velocidad, quizá sea la próxima parada dialéctica de la Historia.


Un saludo

Vicent