jueves, 27 de octubre de 2011

Madres, anorexia y feminidad

He leído de un tirón el libro Madres, anorexia y feminidad, que se presenta esta tarde en Casa Junco con asistencia de la autora, la psicoanalista madrileña Graciela Sobral. De entrada se me ocurre que presentar un libro en nuestra ciudad, habla tanto del deseo de quienes piensan que sin pulso intelectual nuestro escenario se reduce a un zoco, como del interés de los que se consideran a sí mismos lectores, precisamente en un momento en que por estos lares nos aprestamos a recordar que la primera Universidad de España se instaló aquí.

No voy a desvelar el contenido del libro, pero después de dedicar las últimas columnas a hablar de parejas, el lector me entenderá, no he podido por menos de pensar en la pareja de la anoréxica, en su auténtica pareja, o si se quiere en pensar quién es su partenaire privilegiado, con quien establece interlocución constante.
El objeto mirada, desde luego es un fiel compañero, pues dar a ver, mostrar, enseñar, -tanto como ocultar, disfrazar, sugerir- demuestran su particular modo de elección de pareja, al privilegiar la mirada, ofrecer el cuerpo, tanto como sustraerse a la mirada del Otro.

Pero sin embargo con el objeto nada, la anoréxica pasa mucho tiempo. Ingiere grandes cantidades de eso que no parece acabarse nunca, atracón tras atracón, o purgando y purgando en su versión bulímica. El objeto nada no siempre es fácil de ubicar.

No desdeñaría, en algún caso, situar al libro como pareja exclusiva, pues allí se encuentra confort, en la lectura, en el estudio, allí hay la dosis alimentaria cotidiana. Se come los libros no es mala expresión.
Lo que es seguro es que la angustia, si habita en algún lugar, no es en el protagonista sino en su entorno, quien hace de esa angustia su auténtica pareja, a veces hasta el límite de sus fuerzas.
Todo esfuerzo es poco si se trata de acompañar a quienes viven con sufrimiento estos síntomas. Que además toman tintes de epidemia en los países occidentales, y de inexistencia en el mundo no desarrollado, de suerte que son una plaga en los aledaños de la opulencia.

Menos mal que ha caído en desuso la especie, -que nos querían colar- de que la estética, la moda, el seguimiento a las top-models, los ideales de los cánones de belleza, estaban detrás de la anorexia. En la ciudad que vivió el Studium Generale es exigible algo más que ese frívolo modo de pensar las causas. Madres, anorexia y feminidad no es un mal modo de acercamiento. Un título interpretativo.

1 comentario:

Vicent Llémena i Jambet dijo...

La verdad es que admito, sin reservas, que pese a que mi síntoma tiene "algo" de bulímico, el comer libros de Lacan, yo acuñé la frase (al menos para mí) también después de Lacan y en mi análisis, que desconozco la vivencia en la anorexia y la bulimia.
Todos vivimos un poco todo, y toda la Historia, y siguiendo este precepto, mi relación con la bulimia tuvo lugar antes de mi encuentro con las mujeres, o si quiere llamarlo con la idea de "La mujer" que me acompañó desde la lectura de Nietzsche.

Bueno, habría de leer el libro, pero sé que desconozco muchas cosas de mí y de la Historia y no me quiero poner metas en las que el goce penetre y se haga el amo, mi partenaire de goce.

Un saludo

Vicent