jueves, 15 de septiembre de 2011

Parejas y ciudad

Un quebradero de cabeza de nuestra época es el tormento de las relaciones de pareja. Tal es así que puede llegar a paralizar nuestra vida intelectual, nuestra relación social, y hasta nuestro deseo de vivir. Cualquier desestabilización de la vida de pareja produce unos efectos subjetivos de conmoción. Pero también efectos en la vida social.
Por ello no es extraño que desde siempre se hayan alzado voces desde la ideología, desde cualquier interpretación, desde los lugares donde se da a la máquina de fabricar sentido, para orientar las vidas de pareja. Ocurre que siempre hay un más allá de la razón, un más allá de lo lógico, y así, cuando surgen los conflictos de pareja se penetra en el laberíntico territorio de lo ilógico, por lo que usar los argumentos racionales para solventar los desajustes de pareja es perder el tiempo. En ese terreno resbaladizo lo ideal da paso a lo bizarro.

Quisiera echar un vistazo en esta columna a los asuntos de pareja empujado por mi convición de que son asuntos ciudadanos, debate para la opinión pública ilustrada.
Que los asuntos de pareja preocupen tanto puede empezar viéndose como la demostración de que la vida de la ciudad y sus usos sociales están en franca retirada. El tejido asociativo, las horas entre amigos y amistades de diverso signo, los grupos van languideciendo y dan paso al último refugio de la conexión social: la pareja.
Recordemos, con Barthes, la feliz expresión de aquella revista francesa titulada: 'Nosotros dos'. Es decir, todo un universo social, todo un planeta aislado del resto, una isla de dos, en donde no cabe nadie más. Se espera tanta felicidad de esa vida en pareja que cuando la decepción se otea la desestabilización hace aparición con toda las figuras conocidas del desamor, el despecho, la decepción, el hastío y hasta la violencia. Extremo éste ultimo donde la psicopatología no anda muy lejos.
Esperar demasiado del amor es lo que tiene. De la ilusión a la desilusión hay una frontera muy suave.
Podríamos conformarnos con el atisbo de sociedad que implica la vida en pareja. Sobre todo pensando en que siempre será mejor reuniones de a dos, que el autismo solitario, tan caro hoy.
Pero no renunciamos a los beneficios de las agrupaciones sociales más amplias, menos dependientes del amor, y más al servicio de la ciudad y la cooperación. Porque ya se sabe: las parejas fundadas por amor son las más endebles.

Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 15 de septiembre de 2011

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