jueves, 10 de abril de 2008

ELEGIR COLEGIO


Si alguien me pide consejo acerca de cuál es el colegio palentino a elegir para sus hijos, desde hace años no lo dudo: el colegio Blanca de Castilla.

Institución señera de nuestra ciudad, presente desde 1914, popularmente conocido como ‘filipenses’, ha podido formar a generaciones de vecinos ilustrados que hoy conforman parte del tejido profesional y laboral de nuestra ciudad. Hoy, si se va a los listados de colegios más prestigiosos aparece entre los cien primeros de España y el segundo de Castilla y León. Al igual que como palentino me siento orgulloso de otras instituciones de nuestra ciudad, que tienen esta aureola, cuando me topo con amigos de otras latitudes no escondo este dato. Ello junto a otros pormenores, verificables en mi experiencia profesional, me han puesto sobre la intriga de conocer realmente el fundamento de este éxito. He constatado que no se puede ‘leer’ bien el asunto sin una lectura de la subjetividad de la época.

Hay, por un lado, la suma de determinadas variables: se podrá discutir, pero cuando se sabe a qué se juega, cuando se cree firmemente en cuatro o cinco principios, cuando se sostiene frente a viento y marea el significante Uno frente a la dispersión de lo múltiple, cuando se confía en el propio síntoma, y se apuesta por identificarse a él, aceptando los dones, lo contingente se resuelve con el saber-hacer heredado, y una vez creado el marco, se puede pivotar a la diferencia y a la singularidad tanto como al mimetismo y a la identidad. Diferencia e identidad se viven como un proceso abierto y no colapsan. Y los conflictos pueden encontrar regulación sin grandes sobresaltos en la comunidad educativa.

Es más, en un clima así, puede entenderse la alegría –elemento al parecer específico del espíritu filipense- tanto como el rigor y la disciplina, pues no hay que olvidar que el sentido del humor sólo se abre paso en medio de lo serio.

Estudiar, por otro lado, cuando se han generado las condiciones adecuadas, entonces es lo normal. Por contagio. Al igual que el silencio, la atención, la escucha, la receptividad y el deseo de saber precisan no de imposiciones, que no funcionan, sino de identificaciones inconscientes.

El cien por cien de éxito en selectividad, es uno de sus emblemas, al igual que su apuesta firme por las nuevas tecnologías, o su proverbial inclinación por el deporte. Hay que decir que al margen de los premios y distinciones que recibe constantemente, el reconocimiento unánime le viene incluso de sectores ilustrados que no hacen Uno con sus idearios, pero que saben ver la calidad pedagógica y su apertura humana y científica.

Una demanda de plazas de decenas de padres, en primero de infantil, da testimonio de lo que ha calado en la sociedad palentina el eco de lo que viene produciendo en el interior de este centro educativo que hoy comento. Y el acogimiento al nuevo es posible porque ya hay institucionalizado previamente un clima de acompañamiento. Cuando un sujeto sabe que no es un número sustituible los efectos son precisamente el reverso de los efectos de masa. Ha sido tal la demanda de plazas en secundaria, por ejemplo, que fue necesario que abrieran una tercera línea, es decir que ampliaran el número de plazas en cursos como primero de la ESO. Y es que elegir colegio cuando el chico o chica empieza la adolescencia no es cuestión baladí: hay que elegir primero y después hay que acertar.

En la época en que hay un declinar permanente de las figuras de Otro, en la época en que el Otro no existe a pesar de disponer de comités de ética, el triunfo de las filipenses, del palentino colegio Blanca de Castilla, es precisamente haber sabido hacer semblante de Otro, y además a la buena manera.


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