No-todos los deseos
Leyendo
una entrevista que han hecho a mi colega y amigo Fernando Colina, psiquiatra de
nuestra tierra, veo que hace mención a una maldición que dice gitana, (aunque
creo que también es china): ¡Ojalá se cumplan todos tus deseos! (No sé si es
gitana, o si es china, pero al caso da igual)
En
una primera lectura, no parece que sea malo que se nos cumplan los deseos. Sin
embargo comprobamos a diario lo mortífero que es una dosis de hartazgo, de
ausencia de anhelos, de falta de apetito, de ganas de no hacer nada. Y lo
enfermizo que puede llegar a ser un triunfador, cuando se ve que se conduce
directo a morir de éxito, mientras que es saludable fracasar, pese a lo que
digan estos psicólogos-entrenadores y comunicadores de directivos, estos
vendedores de optimismo y de autoayuda. De un fracaso es posible reponerse, los
éxitos no son tan rápidamente
olvidables.
La
verdad es que San Juan de la Cruz se lo había advertido a la monja carmelita:
¡que no le falte la falta!, otra excelente manera de enfocar el asunto, es
decir, nada de proclamar eso de ¡hay que estar llenos!, ¡la plenitud!, ¡lo
completo! Una buena parte del narcisismo contemporáneo nos presenta demasiados
sujetos henchidos de éxito, satisfacción y poderío, que no presentan falta
alguna en su historial, ni pregunta posible, ni sensibilidad social alguna.
Creer
que se puede vivir sin deseos, o satisfacerlos de inmediato y sin demora,
conlleva muchos problemas, entre otros aporta un panorama social donde dos
fenómenos emergen: uno, la ansiedad, y dos la imposibilidad de espera. El
primero tiene visos de epidemia, pues el sujeto ansioso de nuestro tiempo,
quiere satisfacer todos y cada uno de sus deseos, y además lo quiere ya, y
entonces se adelanta constantemente, y además no acepta no controlarlo todo, no
soporta la inseguridad ni el riesgo, ni la fragilidad de la vida. El segundo,
implica que dar tiempo al tiempo, aguardar, ser paciente, parece una
antigualla, cuando por ejemplo los asuntos amorosos de antaño iban despacio, y las
cartas de amor tardaban semanas en llegar, mientras que hoy vivimos
desesperados tras el WhatsApp que no
llega. En fin.
Marc
Fumaroli en su Diplomacia del ingenio,
recuerda a Psique cuando su raptor, el Amor, se obstina en no mostrarse: “Algo
falta para nuestra satisfacción”. Efectivamente, y afortunadamente. Que no-todo gane la batalla a todo.
Aunque
el verdadero objetivo de la maldición sea aprovecharse del poder de la
sugestión, podemos darla la vuelta y verificar que es un magnífico deseo, el
deseo de no cumplir todos los deseos.
Publicado en DIARIO PALENTINO el 12 de junio de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario